· Licenciado Enrique Peña
Nieto, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos
• Dr. Miguel Ángel
Mancera, Jefe de Gobierno del Distrito Federal
• Distinguida
Procuradora General de la República
• Señores
Secretarios y miembros del Gabinete
• Señores
Gobernadores
• Señor Presidente
de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos
• Señor Presidente de la Comisión
Nacional de Tribunales Superiores de Justicia
• Señoras y Señores Rectores, Directores
y Presidentes de las instituciones académicas, gubernamentales y sociales que
nos acompañaron durante el proceso de consulta
• Señoras y señores
El esfuerzo de consulta que se detonó a
partir de la solicitud que hizo el Presidente de la República al CIDE el pasado
27 de noviembre es un esfuerzo inédito.
Es inédito en dos sentidos: por la pregunta que plantó y por el vehículo de
aproximación a su respuesta.
Las pregunta fue: ¿Cuál es la experiencia
de justicia para los mexicanos en su dimensión más inmediata y cotidiana? No se
trata de entender los problemas de justicia desde la abstracción de los grandes
indicadores, ni desde las evaluaciones sistémicas del aparato de justicia a
nivel nacional. Se trata de entender y
evaluar la justicia de todos los días, la más próxima, la que se encarga de
pacificar y resolver los conflictos que tienen las personas en su interacción
cotidiana con otros y con sus autoridades más inmediatas. Me refiero, por
ejemplo, a la disputa, generalmente complicada y dolorosa, entre una pareja
para definir y hacer efectivas sus respectivas
obligaciones con relación a sus hijos en caso de divorcio. O los conflictos que tiene un pequeño
empresario para cobrar a un deudor el dinero que le debe. O una trabajadora
doméstica cuando sus patrones no le pagan lo acordado o no respetan sus días de
descanso. Es decir, estamos hablando de los conflictos que se encuentran en la
base de la pirámide social. ¿Qué tan accesible y efectivo es el sistema de
justicia para resolver estos conflictos? Ningún ejercicio de diagnóstico y
reforma judicial en el México democrático había colocado su mirada en la
justicia cotidiana. Como bien señalo el Presidente de México Enrique Peña
Nieto, la justicia cotidiana es la justicia olvidada.
Lo inédito de este ejercicio también tuvo
que ver con la ruta de aproximación que se eligió para encontrar respuestas. Es
una ruta simple pero novedosa: Se trata de ponerle rostro a la demanda de
justicia insatisfecha. Es decir, de conocer las historias y testimonios de los
ciudadanos en todo el país con respecto a sus conflictos cotidianos con otros y
las limitaciones que experimentaron para encontrar en los tribunales soluciones
razonables, justas y útiles . (aquí puede ir video)
¿Cómo se llevó a cabo este ejercicio?
El 15 de enero dio inicio el proceso de
consulta. Durante estos meses hemos recibido testimonios de la mayor parte de
los estados de la República sobre una agenda muy variada de temas, a través de
una plataforma virtual.
Además, le dimos una ruta itinerante al
proceso de consulta.
Aguascalientes fue testigo de las preguntas sobre conflictos laborales desde la
perspectiva de los trabajadores, en Guanajuato
reflexionamos sobre los conflictos de los ciudadanos con sus autoridades
administrativas inmediatas, en Tijuana hablamos
sobre las enormes asignaturas pendientes de la justicia familiar, en Monterrey analizamos los conflictos que
enfrentan los emprendedores de nuestro país en tres ámbitos: conflictos
laborales, corrupción administrativa y
ejecución de contratos y cobro de deudas. Tuxtla
Gutiérrez nos recibió para hablar de los conflictos de la convivencia
diaria entre vecinos y, finalmente, en el
Distrito Federal analizamos tanto los conflictos más recurrentes en las
escuelas del país, como los desafíos de la justicia para proteger y garantizar
los derechos humanos de los ciudadanos.
La singularidad del ejercicio nos permitió
combinar la espontaneidad de la vivencia cotidiana con la sistematización del
análisis académico; la narración de
realidades locales con las experiencias nacionales e internacionales; la visión
de los usuarios, con la de los impartidores de justicia y los académicos de múltiples
disciplinas.
Después de mi intervención, el Dr. Pedro
Salazar y el Dr. Sergio López Allyón nos hablarán de algunos de los resultados
y propuestas más relevantes de este ejercicio.
Señor Presidente de México, señoras y señores.
La demanda de justicia insatisfecha es una
realidad insoslayable de nuestro país. No podemos seguir postergando la reforma
a la justicia cotidiana. El desafío mayor de la misma tiene que ver con que el
responsable central de esta justicia es el tribunal más olvidado de todo
nuestro sistema: el juzgado de primera instancia local. Es ahí a donde los ciudadanos acuden para
resolver la inmensa mayoría de las disputas o diferencias que tienen con otros.
Ochenta por ciento de los casos que se resuelven en esos juzgados no llegan a
la segunda instancia ni mucho menos al amparo.
¿Cómo mejorar de manera uniforme en todas
las entidades federativas del país la accesibilidad y la calidad de la justicia
de los muchísimos y heterogéneos juzgados de primera instancia que existen?
¿Cómo vencer las enormes inercias y carencias existentes en la base de la
pirámide judicial? Ello sólo va a ser posible a través de un acuerdo político fundamental,
un pacto por la justicia, que involucre la determinación de del gobierno
federal y todos los poderes estatales para atender cabalmente la marginalidad
jurídica en la que se encuentran muchos, muchísimos, mexicanos.
¿Por qué valdría la pena invertir todo
este capital político en la reforma a la justicia cotidiana? La respuesta es
sencilla: la marginalidad jurídica es uno de los más importantes lastres del
crecimiento económico y la paz social en México. No hay forma de prosperar
económicamente si se vive fuera de la protección de la ley. No hay manera en
que las personas puedan utilizar sus talentos y habilidades para progresar si
no cuentan con mecanismos jurisdiccionales accesibles y efectivos para proteger
su patrimonio y su esfuerzo frente al atropello y el abuso de otros. La
justicia es la plataforma básica para que las familias puedan construir con su trabajo
un piso mínimo de seguridad patrimonial, para que las oportunidades económicas
no se concentren en la élite y para que
exista una sociedad más igualitaria e incluyente. Por todo ello, la reforma a la justicia
cotidiana es una reforma impostergable.
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